La regla de Taylor relaciona la tasa de interés nominal que debería adoptar un Banco Central con la inflación, producto interno bruto y otras variables económicas. Utilizada en política monetaria.
Esta regla la propuso en 1993 el economista de EE. UU. John B. Taylor[1] y simultáneamente Dale W. Henderson y Warwick McKibbin.[2] Su finalidad es fomentar la estabilidad de precios y la plena ocupación mediante la reducción de la incertidumbre y el aumento de la credibilidad de las acciones futuras del Banco Central. También sirve para evitar inconsistencias temporales cuando se realizan políticas macroeconómicas discrecionales.[3][4]
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